Kitamura Baka Ken
Lentamente los delicados rayos anaranjados
van bañando nuestros cuerpos desnudos cubiertos de cristalinas capas de sudor.
Tus ojos cerrados y tu boca abierta, jadeando ambos en algún ritmo
inexplicablemente armonioso. Mis manos rodean tu baja espalda. Caricias en tus
cabellos suaves, es como un rito esta escena de nosotros antes de dormir
plácidamente.
Cada día pienso en la manera de sorprenderte
al llegar a tu lado, un beso, una caricia, un detalle que demuestre todo el
amor que embarga mi corazón cada vez que pienso y veo tu bello rostro.
Desde el primer día que te conocí, causaste
un pequeño y tibio sentimiento, el cual a medida del tiempo creció hasta llegar
a lo que es en estos momentos.
Quizás fue el destino que me llevó a
conocerte aquel día, quizás fue todo planeado para poder estar cerca de ti y de
esta forma tan intima.
Nunca demostré lo que sentía por ti, mi modo
de pensar en aquel tiempo no se adecuaba a la idea de que podía amar y querer a
alguien del modo en el que lo hago hasta el momento. Solo me dedicaba a mirarte
desde lejos, a apreciar tus silenciosos comentarios sobre nuestra música. A
estimar día tras día nuestra relación de amistad, y gracias a esto es que podía
aún acercarme todavía más a tu dulce existencia.
Muchas veces me tenté de besarte cuando
estaba medianamente ebrio, disculpándome después por mi equivocación. Otras
veces solo fantaseaba con tenerte entre mis brazos para acariciar tu cabello.
Tantas oportunidades fallidas frente al miedo de lo que pasaría después,
conseguía ahogar mis penas y mis dudas en un vaso de alcohol y alguna chica linda
que reuniera cierto tipo de expectativas. Siempre maldiciéndome después de
aquellos actos tan comunes para mi "personalidad".
Estuve cerca de 6 meses tratando de entender
todo lo que sentía por ti, cientos de veces negué la existencia de este sentimiento
para no sufrir más de lo que ya sufría cuando no estabas cerca de mí. Y sin
querer uno de mis amigos descubrió mi gran secreto. No sé ni tampoco entendí
como demonios lo supo, yo cuidaba todos mis pasos y mi actitud, tenía que
actuar. Y él, tan perceptivo como lo ha sido desde siempre, Tetsu, quien a
pesar de todo me comprendió a la perfección y me aconsejó.
Cuando tuve esa oportunidad, la tomé en mis
manos y concreté mis metas.
Tetsu me había dado las herramientas
perfectas para llevar a cabo mi fantasía, una tarde de "ensayos" en
casa de esa persona. Por supuesto era una "mentira", pues solo yo
asistiría a esa reunión. No supe tampoco como Hyde no fue, seguramente Tetsu le
habrá dado otra "excusa" más ventajosa para él mismo.
Tu casa estaba bastante alejada, pero aún así
puse todo mi entusiasmo en la conducción de mi automóvil. Esperaba ansioso cada
luz verde, miraba a la gente, miraba el cielo, ¿habrías estado pensando en mí
aquella noche?
Me detuve en frente a tu puerta, tragando
saliva de repente por el nerviosismo. Sonreí segundos después al ver lo cursi y
estúpido que me había puesto por tu causa. Abriste después de mis toques
ansiosos en el timbre, sonreíste amablemente mientras me invitabas a pasar.
Tu casa siempre mantiene ese aire hogareño
moderno, que me hace aceptar cualquier cosa que puedas ofrecerme. Un ambiente
adecuado para poder hablarte sobre lo que pasaba conmigo.
Luego de una cerveza, y tu de una coca cola,
hablamos sobre lo que sería el "ensayo" ese día. Claro sabía que
aquello no iba a suceder, pero era hipnotizante la manera en que tus labios se
movían al hablar. Más tarde Tetsu te había llamado, dándote las excusas
pertinentes. A lo que aceptaste sin ningún reclamo después de verme incrustado
en tu sillón jugando algún videojuego con tu Nintendo Wi.
Mis intenciones eran claras en esos
instantes, decirte lo que me pasaba y tratar de explicarte con un beso todo lo
que sentía. Pero de pronto me vi envuelto en algún temor inexplicable, cuando
jugabas concentrado en la pantalla del televisor, cuando sonreías de manera
juguetona al ganarme todas las partidas de tenis. ¿Podrías aceptar quererme?
¿Podrías aceptar que yo te quisiera de ese modo? Me preguntaba a cada segundo
cuando te observaba sonreír.
No supe en que segundo te acercaste a mí en
el sillón, la cercanía hacia ti me hizo erizar la nuca y luego recorría mi
espina dorsal. Me miraste extraño, preguntándome qué me pasaba para haber dado
ese salto. Respondí que nada, y me mantuve mirando un punto fijo en el
televisor.
Todavía estaba perdiendo, así que te
apiadaste de mí, y tus manos sobre las mías me hicieron recobrar la esperanza
contigo. Me enseñabas a jugar esas cosas, y tus manos continuaban sobre las
mías. Creí que me pondría rojo como tomate si te acercabas más a mí, pero no
ocurrió así. De hecho me sentí mas confiado, y consideré que las cosquillas
eran apropiadas para comenzar a convencerme.
Ataqué primero tu estomago, y empezaste a
retorcerte para no reír. Luego fueron los costados de tu abdomen, y finalmente
tus axilas, por lo que atacaste también para defenderte. Ambos nos retorcimos
en el sillón, tratando de contener la risa que nos invadía. De repente caímos
al suelo, mis manos estaban a los lados de tu rostro sonrojado por nuestros juegos
y las tuyas se encontraban a la altura de tus hombros, al igual que yo. Te miré
un segundo con tentación, y solamente me dejé llevar por el instinto. Mis manos
tomaron las tuyas, con fuerza pero sin hacerte daño. Para que no pudieras
escapar antes de mi sorpresiva acción, y sin pensar me lancé a tus labios
sonrojados.
Un beso, por fin un beso de tus labios
pequeños. Comenzó siendo algo resistido, mantuviste cierto recelo que duró
cerca de algunos segundos. Pero no dudé, y solo seguí lo que mi corazón me
pedía. Continué besándote, suave e intensamente, era lo que en verdad sentía
por ti. Relajaste tus manos, y me apresuré a soltarte. Pues no quería
presionarte más, e incluso quise detenerme pero tus brazos se pasaron alrededor
de mi cuello sujetándose con fuerza para seguir con nuestros besos en el suelo.
Me estaba derritiendo por la forma en que tu
boca se aprestaba a permitir la entrada de mi lengua, tus labios rozándose con
los míos, aceptándome, entregándose a mi boca. Lentamente mi lengua marcó su camino
dentro, y la tuya se apresuraba a hacer lo mismo. Uno a uno los besos se hacían
más profundos, casi podía sentir como la sangre se me estaba subiendo a la
cabeza por las delicadas formas en que me besabas.
El aire pudo más que nosotros, y nos obligamos
a detenernos, ambos agitados nos mirábamos. Tu acariciabas mi cabello enredando
tus finos dedos en el. Y por primera vez en mi vida me sonrojé al entender lo
que había hecho.
No sabía si era un sueño o era de verdad, y
solo lo miré por un rato.
- Yo... -
- Baka... - Dijiste alcanzando a rozar tus
labios con los míos - Ya lo sabía... -
- Yo... - Otra vez sentí que mis mejillas
estaban calientes - Lo siento... -
- He aprendido a percibir tus indirectas...-
- Demo... -
- Y estas tartamudeando... Te grabaría, pero
es una situación comprometedora para ambos...
- Yuki... - Posé mi mano en tu mejilla y
sonreí idiotizado
- Idiota... me gustas así como eres...
Ken-chan - Sonreíste de nuevo acercándote a mi boca.
En ese minuto y hasta hoy, tengo la suerte de
tenerte a mi lado a pesar de todas las cosas. Eres mi persona especial, mi
amante, mi hermoso angelito llamado yukihiro.
Si lees esta cosa, espero no te rías, porque
no puedo decirte en palabras lo que siento por ti, y lo sabes ¿nee?
TE AMO
KITAMURA BAKA KEN
FIN~
No hay comentarios:
Publicar un comentario