Oportunidades
1era parte.
A veces siento que sólo fue
casualidad o suerte, haber entrado a la banda y conocerte. Haber usado sin
intención la relación de trabajo para saber sobre tu vida, tus gustos, tus penas,
tus alegrías y hasta tus formas de conquistar a chicas hermosas.
Me era difícil creer que alguien tan
extrovertido y capaz de hacer reír a un muerto, podrías necesitar mi compañía
en sus tiempos de soledad. Nunca experimenté antes una amistad tan profunda con
alguien, hasta que te encontré a ti.
Siempre bromeabas conmigo, a pesar
de estar enojados. La mayoría del tiempo estabas pendiente de mi paradero, no
sé si era por tu seguridad o simplemente era para que tu amigo – guardián –
nana – personal estuviera al tanto de tus actividades y supiera cuando debía
recoger al bulto y entregarlo en su casa sano y salvo.
Si no tenías comida en tu
departamento ibas al mío, si no tenías películas te instalabas en mi living.
Buscabas excusas para ir y abusar de mi confianza y mi personalidad mucho más
hogareña que la tuya. Aún así, me encantaba tenerte cerca, reírme hasta el
cansancio de tus bromas, hablar en doble sentido sin importarme de los demás,
acompañarnos mutuamente mientras mirábamos algo en la televisión.
No comprendí en un principio el
sentimiento que me invadía cada vez que estaba contigo, mi corazón latía
últimamente más rápido cuando tus ojos se posaban en mí. Cuando de repente te
acercabas para hacerme cosquillas o ayudarme con la guitarra, pues estaba
aprendiendo a tocarla, o cuando debías ayudarte con la práctica de la batería.
Era muy extraño para mí sentirme nervioso con tu presencia, me había
acostumbrado a tus actitudes infantiles y luego esto… tener que controlar cómo
reaccionar frente a ti.
Consideré apropiado alejarme por un
tiempo para poder comprender qué me sucedía, y coincidió con el receso de 2
años. Aunque mantuve contacto con todos, las llamadas telefónicas o noticias
tuyas eran las más importantes, a pesar de que controlaba que todo eso fuera lo
más distante posible. No quería escucharte, no quería confundirme más con la
mezcla de cosas que sentía sobre ti.
Luego de seudo - aceptar que era
todo aquello, vinieron los proyectos nuevos. Y de igual forma mi “nueva”
actitud al enfrentar mi situación, buscaría la oportunidad o así al menos lo
tenía pensado hasta verte otra vez.
En ocasiones mi mente divagaba con
tan sólo ver tus labios, reclamándome segundos después que me parecía a cualquier
adolescente fanática de tu estilo con la guitarra y obviamente de tu
personalidad, además de ser parte de L’Arc~en~Ciel. En otras mi mente se
enfocaba tanto en el trabajo que no tomaba en cuenta tus insinuaciones y tus
comentarios sutiles, justo cuando Hyde se encontraba presente.
Permanecí absorto en mi inútil
manera de tratar de acercarme como algo más a ti. Y muchas veces me pregunté si
era real lo que sentía, si era correcto arriesgarme a perder tu amistad, tu
confianza, tus bromas y todo lo que implicaba nuestra relación.
Recuerdo que habíamos ido a celebrar
algo en tu departamento junto con Tetsu, Hyde y todo el staff de L’Arc. Mi meta
se veía demasiado lejana, así que había dejado de intentarlo, si a veces me
siento un cobarde por eso.
No sé cuántas copas tenías encima,
pero estabas bastante animado molestando a Tetsu por cosas del pasado.
Necesitaba aire fresco, la mayoría de la gente había partido a sus casas o a
algún antro de perdición en el centro. Sin más que una seña a Hyde me escabullí
hasta la habitación de invitados para esconderme entre el balcón y los
ventanales polarizados. Me sentía frustrado y un poco asfixiado en aquel
ambiente de apariencias y engaños, la verdad me hartaban las conversaciones
sobre modelos aquí, modelos allá, que quien se acostó con quien, solo cosas
superficiales y alcohol.
Encendí un cigarrillo, el último en
la cajetilla, y di una bocanada profunda. La brisa desordenó mi cabello, y
respiré aliviado mirando las luces de la ciudad. Un paisaje conmovedor, sin
duda, las “estrellas” de la selva de cemento.
-
¿Doushite no, Yuki? – Preguntaste preocupado mientras te instalabas a mi lado.
-
¿Ah? – Respondí sin entender realmente la pregunta, y sin voltear a verlo.
-
No te hagas el tonto… sabes a qué me refiero… - Dijo en tono irónico con aires
de sabelotodo.
-
No estoy para bromas, Kitamura… - Respondí indiferente, tratando de no darle
importancia a su afirmación.
-
No bromeo cuando se trata de ti… - Dijo al tiempo que me quitaba de la boca el
cigarrillo para meterlo en la suya y darle una bocanada. – Cuando estamos
solos… lo sabes… -
-
¿Cuánto has bebido? – Pregunté haciéndome el tonto.
-
Lo suficiente para darme cuenta de que estás triste… - Puso sus manos en mis
hombros para darme la vuelta y mirarme. – Yuki… -
-
No es eso… - Respondí cansado.
-
Dímelo… quiero saber… - Se acercó a mí poniendo sus brazos en los costados de
mi abdomen para que no pudiera huir, lanzando el cigarrillo más tarde al suelo.
-
Sí, seguro Kitamura… - Dije de forma irónica sintiendo mi corazón acelerarse.
-
Dime… - Se acercó más a mí, apegándose a mi cuerpo y su rostro a centímetros
del mío.
-
Déjame en paz… - Protesté empujándolo un poco. Lo cual dio como resultado que
nuestros labios se unieran por unos segundos. Me separé de él intentando
mantener la calma que no me quedaba. Mi rostro enrojeció por completo, mientras
que él sólo sonrió para sí mismo.
-
¿Estás rojo verdad, Yuki? – Preguntó él sonriendo ampliamente mientras yo
entraba a la habitación y él me seguía detrás.
-
Baka… - Respondí enojado.
-
Fue muy corto para saber que se siente ¿Qué tal si ahora lo hacemos bien? –
Dijo agarrándome un brazo.
-
No, Ken… no… - Respondí alzando la voz angustiado, al momento que él me
empujaba para rodearme con sus brazos.
-
¿No qué? ¿No quieres que te bese? ¿O no quieres admitir de una vez que te
gusto? – Preguntó algo molesto sujetándome más fuerte hacia él. Lo miré
confundido y atónito ante sus palabras.
-
Ore wa… ore… watashi… wa… - Bajé el rostro con ganas de matarme, dudaba de esta
oportunidad ¿Por qué?
-
Baka… - Dijo juntando su frente con la mía, mirándome divertido - ¿Crees que
eres el único que se siente así? – Levantó mi rostro sonriendo con aire
coqueto. – Eres más egoísta que yo… y ciego… y sordo… y… por eso me gustas… -
Rodeó mi cintura acercándome más a su cuerpo, sus labios rozaron los míos.
-
Ken… - Respondí en un hilo de voz.
-
No te hagas el inocente con esa vocecita… aunque me guste… deberías haberlo
descubierto hace siglos Yuki… - Echó hacia atrás un mechón de mi cabello, tomó
mis manos para pasarlas por su cuello para que lo rodeara. – Te mandé mensajes
subliminales con insinuaciones… chistes… canciones… regalos… -
-
Yo creí… que tu… estabas saliendo con esas chicas…y que tu… -
-
¡Dios! ¡No critiques mi vida sexual hasta que la pruebes por ti mismo! ¿nee? –
Exclamó terminando con un gesto coqueto.
-
¡Ken! ¬¬ - Respondí algo apenado.
-
Jajajajajajajaja… ¿Qué, no quieres? 1313 Tengo una buena cantidad de amor
guardado sólo para ti… 1313 –
-
Baka… -///-
-
Es verdad… - Sus labios rozaron de nuevo los míos…- Lo descubrirás… nee~.
-
Ore…wa… -
Una de sus manos tomó mi nuca
empujándola hacia adelante, su boca atrapó la mía en un beso profundo y largo.
Era más delicioso que en mis sueños, era un juego que Ken sabía dominar muy
bien.
Pronto me vi sumergido en una ola de
excitación que jamás en mi vida había experimentado. Su boca, su lengua, se
ajustaba perfectamente a la mía. Sus manos
recorriendo mi espalda y tomando mi nuca para controlar la profundidad
del beso.
En alguna parte de aquello habíamos
terminado en la cama, él arriba buscando mi piel, apegándose más y más a mi
cuerpo, que ya comenzaba a exhibir los signos del placer que Kitamura me estaba
otorgando.
-
Deten…te… Ken… - Dije entre besos y caricias más íntimas.
-
¿Por qué? – Respondió él presionando con su rodilla entre mis piernas.
-
Ah… los demás… todavía… -
-
Se fueron… - Besó mi cuello mordiéndolo ligeramente.
-
Ken… por – fa – vor… - Dije conteniéndome de gemir.
-
Yuki… - Se detuvo y me miró con ansiedad presionando nuevamente con su rodilla.
Mis uñas se incrustaron en su espalda levemente mientras de mis labios se
emitía un gemido grave, no pude evitarlo. – No me hagas esto… yo…-
-
No estoy listo para esto…Ken… - Dije tensándome completamente frente a sus
caricias y besos.
-
Yo te ayudo… no te preocupes por eso… - Besó tenuemente mis labios alcanzando
con su mano a rozar m entrepierna. – Estás igual que yo… Yuki… por favor… -
Dijo en tono casi suplicante y sensual.
-
No… no puedo… no puedo… -
Lo
empujé un poco para detenerlo, me senté en la cama con intenciones de irme, a
pesar de sentir lo contrario. Me mordí el labio inferior recordándome el lado
racional de mi cerebro, él me abrazó por detrás mordiendo suavemente mi cuello.
-
Tengo que irme… - Dije sin siquiera mirarlo.
-
No… por favor… - Contestó algo apenado.
-
Lo siento… - Me zafé de su abrazo y me levanté rápido, no quería mirarlo para
no arrepentirme de haberme ido.
-
No… perdóname Yuki… yo me dejé llevar… yo… - Trató de disculparse. Se golpeó un
poco las mejillas tratando de calmarse.
-
No importa… - Sonreí un poco, era tan ridícula esta escena en mi cabeza. Avancé
un poco ordenando mi ropa, buscando mi chaqueta para ponérmela de nuevo.
-
Lo siento… - Dijo cuando voltee a mirar la habitación. – No puedo resistirlo… -
Comentó algo embobado mirándome en la oscuridad.
-
Yo… lo siento… - Respondí apresuradamente, esa voz me estaba mareando de nuevo,
quería salir de allí lo más rápido posible. – Debo irme ¿sí? – Caminé un poco
acomodándome la chaqueta.
-
Ahá… te llamaré entonces… mañana quiero verte ¿sí? – Dijo esperanzado,
alcanzando mis labios por un momento. Un beso corto de despedida.
Me
acompañó hasta la puerta, ambos todavía un poco atontados después de lo que
pasó en la habitación. Me di la vuelta para despedirme, con un gesto con la
mano.
-
Ja ne, Ken-chan… - Dije avergonzado, sin querer mirarlo a los ojos.
-
Ja… - Respondió él sorprendiéndome con un beso fugaz.
-
Ken… - Contesté apenado tapándome los labios.
-
¿Si? – Preguntó mirándome fijamente, lo miré algo sonrojado.
-
Me gustas… - Respondí en una suerte de ataque de honestidad que hizo que mi
cara estuviera roja como a punto de explotar.
Kitamura
sonrió divertido, y yo me fui casi corriendo hasta el ascensor del edificio. En
ese lugar golpee fuerte mis mejillas para dejar de sentirme como adolescente
desesperada. Enfríe mi mente pensando en cosas triviales y escapé del
condominio lo más rápido que pude. Estaba completamente confundido. ¿Por qué
demonios no me quedé?
No hay comentarios:
Publicar un comentario