Oportunidades
Parte 2 (La venganza de Ken?)
Sé que debí haberme quedado y
disfrutar de aquella extraordinaria oportunidad, pero el maldito miedo rondaba
mi mente.
No contesté sus llamadas al día
siguiente, me sentía estúpido y demasiado confundido para m mirarlo siquiera a
la cara o escuchar su voz. Necesitaba su compañía, pero estaba realmente
hundido en pensamientos pesimistas. Sí, eso es lo malo de mí, pienso demasiado
antes de hacer cualquier cosa.
Di mil vueltas en la cama, tratando
de entenderme a mí mismo, pero lo único que verdaderamente hice fue pensar en
él. Sus besos, sus caricias, su voz completamente sensual envolviéndome cada
vez más. Las imágenes y sensaciones se repetían una y otra vez en mi mente y mi
cuerpo necesitaba sentirlo.
Mi cama estaba totalmente revuelta,
terminé en el suelo sentado con la cabeza entre mis rodillas. No pude dormir,
me la pasé recordando las situaciones en mi vida en las que no pude dar el
siguiente paso para que ese momento fuera significativo y expusiera mis
pensamientos reales.
Lloré por un tiempo que no pude
determinar, como hace mucho no lo hacía. Me golpee la cabeza como si fuera
autista con ataques de ansiedad, incluso llegué a golpear con mi puño derecho.
Estaba tan enojado conmigo mismo, soy un idiota y cobarde.
Eras cerca de las 11 am cuando me
digné a salir de mi habitación. Decidí tomar un baño, los estragos de mi
desahogo se notaban demasiado en mi rostro. Al menos el agua tibia me relajaba,
era un descanso después de mi batalla personal.
Advertí que mi mano derecha estaba
algo amoratada, y tenía un chichón en la cabeza. Idiota, pensé sonriendo. Al
final el castigo físico me hizo comprender que estaba enamorado hasta el
infinito de mi mejor amigo.
Sonreí de nuevo, es la venganza de
mi conciencia por ser tan racional y no dejarme llevar en definitiva por mis
sentimientos.
Mi
teléfono tenía montones de llamadas perdidas, pero no quise regresarlas y puse
el celular en silencio. Vagué por un rato en mi propia casa comiendo chocolates
que las fans me habían regalado, para pasar las penas de la noche. Mis pies
andaban solos y yo sólo los seguía sin pensar.
No pude resistir fumar un
cigarrillo, escondido por ahí, me sentí más calmado mirando el paisaje en la
terraza. El viento en mi rostro me tranquilizó bastante, cerré los ojos por un
rato escuchando el entorno que me rodeaba.
Y entonces, no sé por qué, percibí
el aroma de Ken. Suspiré profundamente, sonriendo, ahora hasta mis sentidos
estaban desquiciados. Una mano grande atrapó la mía, que sostenía el
cigarrillo, y luego me abrazó por detrás.
-
Pensé que ya no necesitabas la nicotina… - Dijo sonriendo, llevando mi mano
hasta su boca para darle una bocanada. - ¿O es que acaso me necesitas tanto que
vuelves a hacerte adicto a ella? – Comentó cerca de mi oído, besando
ligeramente mi mejilla.
-
Tú… - Respondí atónito, volteando la cabeza para verlo.
-
Eres más bruto que yo, ¿verdad? – Comentó dándome la vuelta, sin dejar de
abrazarme. - ¿De qué mierda tienes tanto miedo, Yuki? ¡He estado esperándote
por siglos! ¡Había esperado tanto que me dejarás besarte de la forma en que
pude hacerlo la otra noche! ¡¿Sabes cuántas veces soñé con tener el valor de
acercarme a ti y besarte?! – Dijo alzando la voz, apretándome fuerte contra él.
-
Ken… es que… - Balbuceé sin querer mirarlo. – Tengo… miedo… de que esto… no
funcione… Ken-chan… - Respondí avergonzado de mí mismo.
-
¡Deberías intentarlo, antes de pensar en eso, Yuki! – Puso una mano en mi mentó
obligándome a verlo. - ¿No dormiste, verdad? – Acercó sus labios a los míos y
se detuvo a milímetros. – Apuesto a que te golpeaste la cabeza como autista y
golpeaste la pared con una de tus manos… - Sonrió de forma gatuna y me besó
suavemente. –
-
Pero, entonces… - Dije sonando completamente vulnerable e infantil.
-
Entonces… voy a besarte y hacerte muchas cosas que he estado soñando hacerte… -
Dijo arrastrándome con él hasta la sala, entre caricias y besos leves.
Sus manos se aferraron a mi cintura
con fuerza, y sus labios atrapando los míos con cierta brusquedad. Mientras me
dejaba llevar por esas caricias, cada una de las sensaciones que habían sido
despertadas ayer, regresaron multiplicadas por 1000. Y gemí sin control al
percibir su erección contra mi entrepierna.
Kitamura se dio cuenta y se
apresuró a ejercer más presión en esa
zona con una de sus rodillas. No pude evitar gemir nuevamente y rodear su
cuello, sólo le correspondí con besos mientras él continuaba con aquella
tortura deliciosamente culposa.
-
De-ten-te Ken ah~ - Dije en un hilo de voz tratando de calmarme.
-
No quiero… - Respondió mientras mordía el lóbulo de mi oreja y jugueteaba con
su lengua. – Me encanta que te resistas tanto… me excita más… - Sonrió besando
mi cuello hasta llegar a mis labios.
-
Ken… por-fa-vor – Alcancé A decir luego de ser prácticamente ahogado por sus
besos.
-
Me detendré… pero a cambio… - Comentó sonriendo maliciosamente. – Probarás el
amor que tengo guardado para ti… probarás cada una de las cosas que he soñado
hacerte… en la cama… ¿nee~? – Besó mi cuello apaciblemente, levantándome del
sillón en el que me había tumbado, para arrastrarme otra vez, hasta mi
habitación, hasta mi cama.
Entre besos profundos y caricias
sobre la ropa, me tocaba casi con violencia- Lo cual me asustó un poco, pero
debo admitir que también me estaba excitando.
Me dejó sobre la cama, quitándose
coquetamente la camisa que llevaba puesta y más tarde su pantalón con expresión
sugerente. Mi cuerpo no podía controlar la necesidad de ser tocado por él, y
que con gusto dejaría le dejaría hacer lo que quisiese conmigo.
Se acercó sonriendo al verme tan
confundido, me besó con ternura y antes de separarse de mí mordió mi labio
inferior. Empujándome hasta quedar totalmente tendido en la cama.
Mi corazón casi se me salía del
pecho, me sentía desnudo ante su mirada ladina. Creí que con solo mirarme de
esa manera lujuriosa, relamiéndose los labios y una sonrisa socarrona, ya me
estaba violando.
Puso una de sus manos sobre mi
pantalón, tanteando el camino con algo de duda. Jugaba con el borde de mi
pantalón, sonriendo con cierto misterio, luego con un dedo subía lento en línea
recta desde mi ombligo hasta mis tetillas. Se inclinó para dejar besos en mi
quijada hasta quedar sus labios cerca de mi oído, sus manos tomaron mis muñecas
alzándolas sobre mi cabeza para sostenerlas con fuerza.
-
Demonios, Yuki… Estoy tan caliente, que se me ocurren un montón de cosas que
quiero hacer y no sé por dónde empezar… - Dijo de forma sensual alcanzando a
morder despacio el lóbulo de mi oreja.
-
Eres un… - Me vi interrumpido al percibir una exquisita presión sobre mi sexo
despierto. Kitamura se movía sobre aquella zona, demasiado sensible en esos
momentos, a un rintmo acompasado y algo demandante. – Kita…mu…ra~ - Dije más para mi mismo que para él.
-
¿Dime, qué quieres hacer Yuki? – Decía mientras se deshacía de mi camiseta y
besaba mi pecho desnudo. - ¿Quieres jugar conmigo? – Bajaba lánguidamente mi
pantalón, hasta deshacerse de él lanzándolo al suelo.
-
¡¿Por qué me torturas?! – Reclamé golpeando uno de sus hombros con el puño, sin
resistirme a sus acciones.
-
Para que sepas cuanto me gustas… cuanto te deseo Yuki… - Acomodó mis piernas a
cada lado de su cintura, besándome otra vez. – Eres perfecto… y quiero que
sientas lo que yo siento cuando pienso en ti… - Me besó delicadamente mientras comenzaba
a mecer sus caderas frotándose contra mi entrepierna con fuerza.
De un momento a otro sentí que la
habitación me daba vueltas, que el cuerpo de Ken sobre mí estaba demasiado
caliente. Respiraba con dificultad, aferrándome a Kitamura por el cuello,
devolviéndole besos y más caricias en mi piel.
Cada vez que se movía mi cuerpo
necesitaba más, en un ritmo frenético. Nunca había sentido esto con alguna de
mis novias, pero ¿por qué con Kitamura podía hacerlo? Mis gemidos eran increíblemente
fuertes, incluso me pregunté a mi mismo si yo era quien emitía aquellos sonidos
tan sonoros y explícitos. Quizás Ken me había de alguna forma ¿liberado?
Pronto él con precisión logró
encender ese fuego invisible en mí, las olas de electricidad que recorrían mi
piel hacían que mi cuerpo se contorsionara para evitar el final de aquella
exquisita fricción. Pero, sólo por algunos segundos, pues sin siquiera
advertirlo, ya había llegado a su fin.
Mi respiración entrecortada, su
gemido antes de llegar al orgasmo, invadieron mi mente. ¿Era real? Estaba
verdaderamente más confundido que antes, sintiendo sus labios buscar los míos
sin antes entrelazar mis manos con las suyas. Su respiración agitada, junto con
una sonrisa de placer en sus labios, aún sobre mi cuerpo tratando de recuperar
el aliento.
Cuando estuvimos más calmados,
sonrió gatunamente mordiendo un poco mi mentón y dejando un beso para
disculparse por ese arrebato.
-
Esto… es sólo el principio… Yuki… - Besó mis labios, chocando nuestras narices
(como los besos entre esquimales [?]) – Podría dedicarme solamente a hacerte
gritar del modo que lo hiciste, esto es mucho mejor que mis fantasías sexuales…
- Bajó una de sus manos rozando mi muslo, para apretarlo un poco. – ¿Debo
detenerme ahora? ¿O puedo violarte con tranquilidad? – Dijo sonriendo con
expresión entre pervertida e infantil.
-
¡Ken! – Exclamé golpeándole la cabeza con el dorso de la mano, completamente
rojo ante sus comentarios.
-
¿Qué? ¿Acaso no te diste cuenta que lo disfrutaste bastante? – Se acercó a mi
oído y dijo con sensualidad. – En verdad quiero que pruebes mi amor… delicioso
y placentero amor por ti… -
No me dejó responder, me vi atrapado en aquellos labios tan expertos, que
parecían querer ahogarme.
Sus dedos inquietos se paseaban por
mi cintura y mis muslos, pellizcando a veces para avivar la pasión, que a pesar
de todo ni siquiera había dejado salir completamente de mi cuerpo. Sus caderas
meciéndose lento, como si estuviésemos bailando alguna melodía cadenciosa que
nos sumergía en esta realidad paralela en la cual no me importaba que alguien
pudiera escuchar los sonidos que ambos emitíamos sin control.
Pronto Kitamura se deshacía de
nuestras últimas prendas que cubrían nuestros cuerpos, y de paso limpiando un
poco lo que había quedado de aquel orgasmo anterior. Sus manos, alcanzaron
alguna toalla que se encontraba en el suelo, con maestría logró limpiar toda
aquella zona “manchada”. Luego de lanzar aquel pedazo de tela, se dispuso a
rozar con sus dedos mi miembro. Explorando y conociendo aquellos lugares.
Suaves roces en mi sexo despierto,
como si quisiera seguir jugando, o continuar deleitándose con mis expresiones
de vergüenza. De arriba abajo, empezando a mover su mano más rápido cada vez
que mi boca emitía sonidos de placer. Luego, con la mirada llena de curiosidad
unió su erección con la mía, sonriendo más tarde ante la deliciosa fricción que
había descubierto.
Reiteradas frotaciones, que dejaron
a mi cuerpo incapaz de aceptar alguna orden de mi mente. Momento en el cual,
Kitamura decidió dar el siguiente paso a esta aventura. Sentí que su miembro
tanteaba mi entrada, sin querer adentrase aún, pero manteniendo la cercanía.
Hasta que algo frío fue derramado en la zona, traté de mirar hacia mi parte
baja, pero Ken atacó mis labios con ansiedad.
Con algo de curiosidad traté de
nuevo de ver de qué se trataba, sin embargo fue inútil al percibir una leve y
luego profunda intromisión en mi entrada. Se sentía incómodo, pero después al
ser simplemente atacado con besos y otras caricias de parte de Ken, estaba
empezando a ser agradable. Y otra vez más presión, mi cuerpo comenzaba a estar
realmente caliente ante estas nuevas sensaciones, no podía hacer nada más que
entregarme sin cuestionar nada.
En alguna parte de esa
“preparación”, Kitamura se apresuró a tomarme de los muslos y alzar un poco más
mis caderas apegándolas a su cuerpo. Mi cara estaba totalmente roja y sudada,
pero parecía que lo único que podía hacer en ese minuto era apretar las sábanas
entre mis manos. Cerré los ojos con fuerza, entendiendo qué era lo que seguía después
de todo ese mar de caricias.
Fue un dolor intenso y realmente
agudo, algunas lágrimas brotaron, apreté las sábanas y las mandíbulas con toda
la fuerza que podía para soportarlo. Sentí mi interior arder y quemarse,
mientras él a pesar de notar mi sufrimiento decidió entrar completamente para
entonces detenerse. Grité de dolor, conteniéndome de hacerlo de nuevo cuando
Ken me mirase.
-
Yuki, lo siento… - Dijo Kitamura compungido y casi llorando igual que yo. – No
pude… - Se disculpó escondiendo su cabeza en mi cuello, tratando de no moverse
para no causarme más dolor, besaba mi cuello con dulzura.
-
Cállate… sólo… espera un poco… yo… - Hice una mueca de molestia, y lo abracé
fuerte del cuello. – Idiota… todo contigo es complicado u.u. –
-
Yo no soy complicado, tú eres el difícil que me incita a violarte… - Hacia un
camino hasta mi boca, con besos cortos y amables. – Aún así te quiero, Yuki…
¿déjame quererte? – Preguntó mirándome a los ojos incorporándose un poco.
No contesté, sencillamente me
sujeté de su cuello y contuve el aliento. Ken se movió lentamente, dándome
espacios de tiempo para ajustarme a la sensación. Mis uñas se clavaron en su
espalda, pero al mismo tiempo que percibía un poco de dolor las olas de placer
aumentaban. Fui arrastrado rítmicamente al calor de la pasión, las manos de él
sosteniendo mis caderas que eran apretadas con fuerza cada vez más.
Los gemidos repletaron la
habitación, mientras trataba de seguir el compás que lideraba Kitamura. Mi
vista estaba nublada, y escuchaba tan cerca los gemidos de Ken que no podía
distinguirlos con los míos. Las ondas de placer seguían aumentando mientras más
rápidas y profundas eras aquellas embestidas.
El calor pronto se concentraba en
mi vientre, pero yo no quería que esta exquisita tortura se terminara. Era tan
delicioso, la extraña certeza en sus embestidas, las necesitaba cada vez más.
Con un rápido movimiento puso mis piernas en sus hombros, acortando la
distancia entre nosotros. Agarró mis manos entrelazándolas con las suyas, para
decirme al oído:
-
Esto es cuanto te deseo… Yuki… - Dijo mientras me penetraba con más fuerza,
tocando aquel punto que hacía que mi cuerpo se sintiera explotar.
-
Ahhh… -
-
Esto es cuanto te quiero… - Decía mientras nuevamente se fundía conmigo.
-
Ken… -
-
Esto es todo… es para ti… - Besó mi cuello, y sin detenerse.
La piel de Ken, se sentía tan
caliente o más, que la mía. Mi erección atrapada entre nuestro vientres estaba
siendo mejor estimulada y los choques eléctricos recorrían ya mi cuerpo entero.
No podía dejar de gritar, lo más fuerte que podía, mi cabeza se echaba hacia
atrás cada vez al percibir esas placenteras arremetidas.
Una, dos, tres, penetraciones más
bastaron para que tocara el cielo/infierno. Grité tan alto su nombre que creí
que mis cuerdas vocales se romperían. Y luego mi cuerpo se dejó caer, agotado
tratando de recuperarse.
Kitamura, al percatarse de esto,
tardó un segundo en llegar al orgasmo gritando en mi oído algo que pude
entender como “Te amo”. Se dejó caer sobre mi exhausto. Colocando mis brazos en
su espalda y descansando su cabeza en uno de mis hombros.
Nuestras respiraciones agitadas se
iban normalizando, mientras acariciaba sus omoplatos y él besaba mi hombro
levemente. Por varios minutos no dijimos nada, sólo nos acariciábamos
suavemente, como no queriendo romper la magia después de este acto carnal. Se
retiró de mi interior cuidadosamente, preocupándose de no causar ninguna
molestia.
Enredé mis dedos en su cabello,
estaba húmedo y desordenado. Sonreí pensando en que así se veía mucho más
atractivo que cuando una estilista lo arreglaba para alguna sesión de
fotografías. Puso sus manos en mi frente despejándola de los mechones de
cabello rebeldes y el sudor que perlaba mi piel.
-
Te ves más atractivo después de tener sexo Yuki… - Dijo sonriendo divertido.
Fruncí el ceño tirando un poco de su cabello.
-
Idiota… - Hice una mueca de desagrado y le saqué la lengua.
-
Vamos a hacerlo otra vez, a ver si tu cara es mucho más linda que ahora… - Dijo
mientras me besaba en la nariz sonriendo.
-
¡Ken! – Exclamé incorporándome un poco, pero él me detuvo.
-
De verdad… te ves más bonito después de hacerlo… Brillas… - Dijo, esta vez
tornándose más serio. – ¿Puedo hacerte brillar muchas veces? Toda la vida, si
quieres… - Me miró con expresión gatuna, acariciando mis orejas, que estaban de
nuevo rojas al escucharlo.
-
Yo… - Respondí, dudoso.
-
Bueno, te obligaré entonces… voy a tener que domar a mi Yuki salvaje y huraño…
- Suspiró sonriendo dulcemente. – Estoy dispuesto a cualquier cosa… a quererte
hasta el infinito por ejemplo… a violarte… también es una opción… - Comentaba a
la vez que posaba su cabeza en mi pecho.
-
¿Estás hablando en serio? – Pregunté incrédulo.
-
¡Ves, eres más bruto que yo! – Exclamó, burlándose de mí. – Voy a explicártelo
mejor, ¿nee? –
-
¿Qué vas a hacer? – Pregunté al tiempo que él me tomaba en sus brazos, cual
princesa de cuentos de hadas.
-
Vamos a darnos un baño, y luego… pues… tendré que violarte… - Me dijo de forma
socarrona caminando hasta el baño, deteniéndose en el marco de la puerta. –
-
¡Pero, Ken-chan, bájame! – Dije pataleando entre sus brazos.
-
¡No! – Puso una mano en mi mentón y me hizo mirarlo. – No voy a perder otra
oportunidad, para expresar lo que no puedo decir con palabras… - Besó mis
labios y finalmente entramos al baño.
Sí, hizo exactamente lo que había
prometido. Por lo cual terminé con varias marcas imborrables por días.
Pude seguir a mi corazón, y hasta
el momento a pesar de mis pequeñas dudas he continuado creyendo que el idiota
de Kitamura me hace feliz. Y estoy más tranquilo sabiendo que él, cada vez que
percibe mis dudas me calma entregándome su amor, como él mismo dice.
Creo que, al fin y al cabo, Ken fue
quien aprovechó la oportunidad y yo solamente lo seguí.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario