martes, 19 de junio de 2012

Tu Sonrisa Parte 2

Tu Sonrisa: Parte 2
Me atrapaste en otro de tus besos, esta vez más apasionado y más profundo explorando con curiosidad cada rincón de mi boca con tu lengua juguetona. Yo sólo me dejé llevar frente al impulso, era más instinto pues la experiencia no nos secundaba para nada.

No sé cómo me acorralaste en el sillón, encima de mí acariciando con tus labios tan húmedos y luego tu lengua haciéndome suspirar. Con un brazo me sujetabas contra tu cuerpo, con el otro lograbas quitarme la chaqueta que nunca te gustó que yo usara. Me ronroneabas al oído lamiendo el lóbulo de mi oreja para luego morderla levemente, de nuevo ronroneando. Colaba mis manos debajo de tu camisa cubriendo tu pecho y tu gran espalda, tu piel tan suave y tan cálida sólo para mí.

Entre besos y mordidas juguetonas jugabas con los botones de mi camisa nueva, me miraste como pidiéndome aprobación yo sonreí soltando una carcajada que tapaste con un beso algo brusco pues te sentiste avergonzado. Tus dedos adiestrados desabotonaban ansiosos la camisa dejándote a la vista mi pecho desnudo que pronto era envuelto por el roce de tu mano y tus sonrosados labios que jugaban y hacía suyos mi piel. Me mordías provocándome escalofríos en todo el cuerpo, subiendo hasta mis labios para morderlos también entretenido. Dejaste que te despojara de la tu sweater y besara nervioso tu pecho, para luego controlar de nuevo la situación lanzándote hacia mi cuello mordiendo y lamiendo impaciente adentrando tu mano en mi pantalón de tela. Te abracé hundiendo mis uñas en los costados de tu abdomen, me acerqué a tu hombro mordiéndolo ante el movimiento de tu mano recorriendo de arriba abajo mi tensada anatomía, me llenabas de puro deseo descontrolado.

Gemía y me besabas, gemía y me mordías, gemía y seguías provocándome aquel deseo por medio de tu mano. No podía contenerme, te rogué gritando que te detuvieras un par de veces hasta que lo hiciste. Suspiré aliviado, mi rostro estaba cubierto de sudor y tú sonreíste lamiendo sutilmente algunas gotas que perlaban mi piel. Me sostuviste con un brazo en mi cintura juntando tu entrepierna con la mía, te mecías adelante y atrás sin separar nuestros labios, adelante y atrás haciéndome percibir la pronunciada tensión que yo había originado en ti.

Abrí los ojos un momento para comprobar que todo lo que estaba sucediendo era de verdad, me besabas con los ojos cerrados con una expresión de felicidad y triunfo combinado con excitación y lujuria. Cerré los ojos para disfrutar tus besos, de tus caricias apasionadas y aquel acelerado movimiento de nuestras caderas.

Detuviste los besos para observar mi rostro complacido entreabriendo la boca y respirando de manera agitada, me levantaste sentándome frente a ti. Pasaste un dedo sobre mis labios mordiéndote los propios para luego besarme y abrazarme por unos segundos. Me sujetaste contra ti tan fuerte que creí que me romperías unas cuantas costillas, tú también sentiste eso y besaste mi cuello en forma de disculpa. Me tomaste entre tus brazos llevándome, como si fuera nuestro primer día de casados, a tu cama en donde me recostaste suavemente posándote sobre mi cuerpo. Volvieron los besos y el mordisqueo sobre mi piel y mis labios hinchados, pero esta vez me observabas con ojos diferentes.

Querías decirme cuanto deseabas que yo pudiera sentir lo que en realidad sentías por mí, todo lo que implicaban esas dos simple palabras que habías pronunciado en un susurro. Pusiste mis brazos sobre tus hombros para que me colgara de tu cuello, pausadamente retirabas el seguro de mi pantalón pues el cinturón era complicado no así el cierre que bajaste sonriéndome lujuriosamente mordiendo mi mentón. Separaste aquella pieza de ropa tironeando de a poco hasta que pudiste con mucha gracia despojarme de la tela que me envolvía. Reaccioné un segundo después haciendo el mismo procedimiento en el que me ayudaste porque te percataste que no podía hacerlo solo. Regresabas a mis labios más apasionado que antes, una de mis manos se movió sin pensarlo a tu erectada anatomía realizando un movimiento de arriba abajo, tomaste mi mano haciendo que el movimiento aumentara. Ahora tú gemías y entreabrías la boca, te besaba en los labios y tú encima de mi gemías, debido al placer que te estaba provocando. Sacaste mi mano con cuidado cuando ya sentiste que no podías más, sentí como retirabas el último pedazo de tela que envolvía mi cuerpo y que no te permitía tocarme, con tal impaciencia que con torpeza terminaste de arrancar de mi piel. Y tu te quitaste la propia acelerando el proceso, ambos estábamos nerviosos.

Estabas sobre mí, acariciando mi piel con uno de tus dedos al que luego agregaste la danza de tu lengua llegando a mis erizadas tetillas bajando grácilmente a mí ombligo donde aprovechaste de marcar con tus dientes que estuviste allí. Bajaste como un gato curioseando por mis muslos, mordiendo toda aquella zona sensible de mis piernas. Dudaste un momento hasta que sentí tus perfectos y húmedos labios sobre mi miembro excitado pasando luego con algo de temor tu lengua, lo cual me sobresaltó pues esa sensación me volvía demente.

Reanudaste tu camino hasta mi rostro para mirarme a los ojos y pasar tu brazo por debajo de mi espalda, estabas decidido pero a la vez muy nervioso asustado igual que yo. Inconscientemente elevé mis caderas para buscar las tuyas y con esta reacción tú simplemente actuaste por instinto. Con la mayor suavidad posible acomodaste mi cuerpo, tomando mis caderas firmemente sobre tus piernas. Besaste mis labios con nerviosismo y lo hiciste. Te uniste a mí con la mayor precaución, pero al escuchar el fuerte gemido de dolor me sujetaste más fuerte. Hundía mis uñas en tu espalda lastimándote, te asustaste y te detuviste un segundo para besarme de nuevo y continuar la unión. Eché la cabeza hacia atrás con la boca entreabierta, me dolía y varias lágrimas brotaron de mis ojos cerrados. Me besaste preocupado, hundiendo tu rostro en mi cuello también sollozaste en silencio al sentir que me hacías daño.

Mi cuerpo se estremecía completo al sentir como él me poseía, cada vez más profundo en mí ser. El dolor y el placer fusionados, más y más adentro; dominando luego sólo el placer de sentirlo dentro de mi ser. El lamía entonces mis lágrimas de un dolor que ahora era solamente placer, gemíamos ambos al ritmo de aquel vaivén impetuoso que iba aumentando en intensidad. Sus manos se entrelazaron con las mías, me llamaba por mi nombre gritando y yo le respondía de la misma forma. Sin importarnos si alguien escuchaba nos gritábamos por nuestros nombre repitiendo aquellas dos palabras; TE AMO.

La intensidad, la pasión avivando nuestro prohibido sentimiento. Sentí su mano sobre mi miembro moviéndose de arriba abajo, gemí de placer hasta sentir que explotaba acabando mi esencia en tu mano. Unos segundos después él estallaba dentro de mí, quedándose quieto para hacerme sentir como su esencia me poseía y marcaba ahora el momento exacto en el que nuestro “amor” nos completaba.

El cansancio lo derrotó cayendo sobre mi pecho, respirábamos ambos realmente agitados tratando de recuperar el aliento de forma exagerada. Te incorporaste en la cama besando mis labios para luego acomodar mi cabeza sobre tu pecho, nos tapaste con las frazadas de la cama. Acariciabas mi cabello y yo tu pecho, repetiste cansado un par de veces que me amabas hasta que sentí como caías profundamente dormido.

Suspiré aliviado al abrir los ojos de repente y encontrarte a mi lado durmiendo, sonreías plácidamente durante el sueño. Entonces también sonreí, sintiendo que al fin la confusión en mi cabeza se terminaba, ahora lo sabía y era verdad. Mi corazón era tuyo, ahora mi ser es para ti. Sin que nada ahora realmente importe. Porque yo TE AMO y tú también ME AMAS.

+FIN+

No hay comentarios: