ESTADO ETILICO 1
Cuanto más lo pienso más me parece que aquel
día tuve una suerte infinita al enfrentar lo que sentía por él.
Es cierto que mi nerviosismo se vio menguado
únicamente por los litros de alcohol que había bebido, pero mi mente confusa
tomó la oportunidad que se me entregó en aquel minuto.
Luego de que la "mini-fiesta" de
Hyde, en su departamento de soltero había terminado, me encontraba en
condiciones etílicas suficientemente severas para dejar que Yukihiro me
arrastrara a su auto.
- ¡Estoy feliz! *-* - Mencioné ebrio
levantando las manos en señal de celebración
- ¡Kitamura está ebrio, Tet-chan! *O* -
Comentó Hyde riéndose insistentemente al verme sentado en el sillón de cuero
negro en mi estado, y apuntándome acusadoramente.
- ¡Cállate akuma chibi del demonio! ¡Estás
igual que yo! ¬¬U - Le respondí a Hyde molesto
- ¡Los dos son iguales! ¬¬' - Dijo Yukihiro,
quien no había bebido más que un par de cervezas y gaseosas.
- ¡Ay es tan cierto! u.ú Aún así Yuki, ¿me
haces el favor de llevarte a Kitamura? No quiero verlo mañana en primera plana
de los diarios aplastado contra una pared u.ù - Contestó Tetsu mirando al
baterista con cierto aire suplicante.
- ¡Yuki me llevará! Wiii~ *O*/ - Me
balanceaba en el sillón riendo como estúpido.
- ¡En cambio Tet-chan se quedará a cuidarme!
¿nee~? *Q* - Comentó Hyde mirando a Tetsu con cara de cachorrito perdido en la
calle.
- ¡Idiotas! u.ú - Bufó Yuki observando
nuestro comportamiento - Bien... aceptaré llevarme a este idiota sólo porque
nos hace falta en la banda ¬o¬ - Yukihiro se acercó a mí con una ceja levantada
- Dame tus llaves... Ken -
- Demo... Ken-chan ven conmigo Yuki. Tendrás
que levarlo en el tuyo ._. - Dijo Tetsu con cara de "Perdóname"
- ¡¡¡Tet-chan... vamos a la cama!!! *Q* -
Dijo Hyde emocionado de repente
- ¬///¬ ¡Cállate Doiha-chan! - Tetsu golpeó A
Hyde en el hombro y este se quedó como paralizado.
- Oke~ ¡Yuki me llevará en su auto! *u*/ - Me
levanté tambaleando para recargarme en el hombre de Yuki que no se quejó -
¿Yuki, me dejas dormir en tu casa? *v* - Puse cara de gato perdido - ¿No vas a
conducir tanto, o sí? o.ó ¡Vivo más lejos que tú! >o< - Dije preocupado
por él.
- Está bien... u.ú - Me ayudó a estabilizarme
para resoplar resignado - ¡Vámonos ya, que tengo sueño! u.u -
- ¡Arigatou~ Yuki! Nos vemos n_ñ - Se
despidió Tetsu cuando Yuki me ayudaba a salir del departamento.
No sé cómo Yuki, el delgado baterista de
L'Arc, me llevaba bien sujeto a él para no caer al suelo. A pesar de esto,
sabía que él tenía experiencia en cuidarme, tras todas las fiestas y reuniones
que contenían alcohol de por medio, pues debía cargar con mí persona o se
responsabilizaba por lo que quedaba de mí después de beber.
Me subió al auto a empujones, en los cuales
me reí insistentemente por su expresión de molestia. Repetía cada vez en voz
baja un "Baka, baka..." mientras me miraba con una ceja levantada al
estar acomodándome en el asiento del copiloto.
El viaje fue silencioso, mi frente se pegó en
el vidrio de la ventana mientras él calaba un cigarrillo para despejar su
mente. Contuve mis ganas de decirle que se veía atractivo al estar enojado,
creía que esta demás pues aún mis nervios no cesaban de atormentarme.
Cuando llegamos al condominio me alegré, el
estacionamiento subterráneo estaba desolado por lo que no me preocupé por mi
estado, ya que Tetsu siempre me ordenaba no hacer escándalos que pudieran
perjudicar nuestra imagen.
Subimos por el ascensor, Yuki me acomodó a su
lado y aproveché para observarlo de cerca. Pude percibir el aroma de su
perfume, la nuca se me erizó de repente al encontrarme próximo a él. Cuando
llegamos a su piso, ya estaba más despejado. Él abría su puerta mientras yo
esperaba detrás, esperando el segundo preciso igual como lo hace un felino
salvaje.
La luz estaba apagada, pero se podía divisar
la mayor parte del departamento. Ambos entramos, con cautela me acerqué a Yuki
dejándome caer en su espalda. Lo cual se confundió con la ebriedad, él volteó
para reclamarme y justo en ese instante lo atrapé entre mis brazos con fuerza.
- ¡Ken-chan! ¬o¬ - Reclamó Yuki tratando de
zafarse.
No respondí, de una sola vez lo besé en los
labios casi a la fuerza. Él se sorprendió y se separó de mí echándose hacia
atrás. Se quedó congelado un momento, su espalda había chocado con la pared.
Aproveché para presionar mi cuerpo contra el suyo, mi mente estaba siendo
invadida por un millón de ideas que hacer realidad.
- ¡¿Qué estás haciendo, idiota?! ¬.¬ -
Preguntó él entre molesto y nervioso por la situación.
- Me gustas... - Dije en tono seductor
acercándome más hacia él, me miró confundido - Quiero... yo... te quiero para
mí... Yuki~ - Confesé finalmente sin vergüenza.
- ¡¿Ah?! ¡No soy una mujer Kitamura...! -
Respondió de forma seria tratando de zafarse, sentí su nerviosismo a flor de
piel y un leve temblor se había apoderado de su frágil figura. - Ken... -
- Lo sé... - Sonreí aceptando el mensaje
entre líneas, no me había rechazado. - No me importa... -
Me acerqué a su boca lentamente, esperando en
silencio que aceptara la mía. Mis labios rozaron los suyos, él cerró los ojos
acortando la distancia entre ambos permitiéndome besarlo.
Sentí sus brazos rodear mi cuello, sujeté su
cintura abriéndome paso con mi lengua en aquella exquisita boca. Sus manos
presionaron mi nuca, su lengua lograba invadir placenteramente mi boca, masajeándola
contra la mía y exigiéndome más contacto.
Suspiré complacido al notar que sus manos
acariciaban mi espalda por debajo de mi chaqueta. Las mías comenzaban a
manosearlo, alcanzando a tocar sus muslos y glúteos por encima del pantalón, y
los costados de su abdomen. Entre la adrenalina y las hormonas no podía decidir
que debía atender primero.
Mordí sus labios jugando, él me correspondió
volviendo a besarme. La intensidad comenzaba a pasarse de los límites de ambos.
Con la rodilla separé sus piernas para presionar mi entrepierna contra la suya.
Una serie de roces atacó con destreza la zona y él había comenzado a gemir
levemente entre cada uno de nuestros besos. Pronto, demasiado diría yo, el aire
se nos hizo necesario. Nos separamos agitados tratando de recuperar el aliento
y nos observamos de reojo. Yukihiro bajó ambos brazos, me miró confundido y
algo apenado.
- No, Ken. Esto está mal... - Se alejó de mí,
avanzando hasta la sala dudando. - Yo no puedo, no puedo hacer esto... - Se
tomó la cabeza con ambas manos sacudiéndose, como para reaccionar. - Tienes que
irte Ken, por favor... -
- Yuki... - Caminé hasta la sala alcanzándolo
de un brazo, él negaba con la cabeza tratando de separarse de mí. - No quiero
irme... No voy a irme antes de... antes de... - Lo atrapé de nuevo entre mis
brazos. A pesar de que se estaba resistiendo lo sostuve con algo de violencia,
casi forcejeando con él. - ¡Yuki... por favor no puedo! -
- ¡Vete Ken-chan! ¡Por favor vete! - Reclamó
molesto y nervioso, entrecerrando los ojos con fuerza.
- ¡No me iré! - Respondí con seguridad
obligándolo a mirarme a los ojos.
Volví a besarlo de forma apasionada,
tumbándolo en el sillón y más tarde al suelo de la sala. Sentí que estaba
obligándolo a corresponder mis deseos. Pero no pude detenerme hasta percibir
que ya no me rechazaba.
Sus dedos se enredaron en mi cabello, tirando
de él cada vez que mi boca recorría con lujuria su cuello y mis manos ansiosas
conseguía sigilosamente despojarlo de su camisa, la camisa que me encantaba ver
puesta en su delgada figura.
Pausadamente su cuerpo fue cediendo ante el
roce de mis caricias cálidas, de mis besos húmedos en sus labios impacientes y
en la extensión de su pecho traslúcido.
Cada uno de sus besos iniciaba una danza
intrigante para terminar en una batalla de placer mutuo, sus pequeños y largos
dedos descubrían curiosos que su contacto lograba templar mi piel de manera
sorprendentemente rápida.
Antes no había concebido que la satisfacción
no sólo estuviera en el "coito" o el acto mismo. Siempre pensé que
era mejor ir directo a la cama y calmar las ansias instintivas consumando el
acto sexual. Pero justamente en ese instante, con Yukihiro, quise que sus
caricias fueran eternas al igual que sus besos. Y un pedazo de mí, prometió en
silencio no perder este ritual nunca si es que esta "aventura"
perduraba.
Me vi envuelto en una especie de trance, de
pronto los labios de mi baterista cubrían mi pecho parcialmente desnudo y sus
manos buscaban inquietas el modo de quitarme la camisa que aún tenía puesta
pues le prohibía tocarme libremente.
Pude apreciar la sensualidad oculta que
emanaba de Yukihiro, tan sólo con una mirada o un roce ligero de su piel podía
erizarme desde la cabeza a los pies. Era como ver una pantera acechándome e
invitándome a seducirla, tentándome a acercarme y tocarla. No contuve mis ganas
de atraparlo, pero continuó con aquella actitud alejándose de mí en el suelo
sonriendo ampliamente al ver mi disgusto.
Se levantó despacio sin dejar de mirarme a
los ojos, caminó sigilosamente hacia su habitación exudando una estela de
pasión a cada paso hasta perderse en la oscuridad del pasillo. Mi alma despertó
del sutil encantamiento para devolverme a la realidad, mis piernas caminaron
por sí solas buscando al dueño de mi atención.
Él se encontraba recostando en su cama, un
mechón de cabello cubría ligeramente su rostro. Todavía llevaba puestos sus
pantalones y estaba descalzo. Me estaba esperando en silencio llamándome,
gritándome con esos ojos castaños irresistibles y encendidos con la flama de
una pasión desconocida totalmente para mí hasta ese minuto.
No sé en qué segundo llegué a la cama,
gateando provocativamente hasta él, para besarlo con ganas de no soltarlo
jamás. Me correspondió sujetándose de mis hombros con fuerza mientras yo
quitaba de mi camino la ropa molesta. Sus jadeos y suspiros me desesperaron por
un segundo y finalicé mi tarea con celeridad.
Perdí la noción del tiempo y del espacio
cuando él me sujetó contra su cuerpo y mi erección contra la suya se rozaba con
energía. El calor invadió mi cuerpo nublándome a ratos los sentidos, me
descubrí gimiendo dentro de su boca mientras nos besábamos.
Entonces una de mis manos se alzó hasta su
boca, colocando 3 dedos sobre sus labios. Él me miró desafiante, mientras los
humedecía tenuemente con su lengua, para luego meterlos dentro de su boca y
lamerlos con cierta lascividad.
Sus piernas se sujetaron de mi cintura,
aparté mis dedos de su boca remplazándolos con mis labios, para llevarlos con
ansiedad a su entrada. Entretuve su atención besándolo profundamente para que
se relajara, para introducir de una vez el primero de mis dedos. Gimió de dolor
en mi boca, seguí besándole ahora el cuello y sujeté con una mano sus caderas.
Al tiempo que un movimiento intenso se apoderaba de su interior.
Mis besos se transformaron en mordidas y sus
gemidos controlaban el movimiento de mi mano, que ya había agregado otro dedo
haciendo pequeños círculos y se abrían paso dentro de su cuerpo. Sus uñas ya
trazaban un sendero en mi espalda, lo cual realmente estaba disfrutando pues
sería una prueba de esa noche. El último dedo acompañó a los demás, mi
excitación necesitaba más contacto y pude notar que él también no podría
resistir más de aquellas caricias de preparación.
Retiré mis dedos, recibiendo una leve queja,
acomodé mejor sus piernas a cada lado de mi cintura y casi un poco más arriba.
Con una mano sostuve sus caderas y con la otra acerqué mi virilidad a su
entrada, asegurándome de una buena posición. Él me miró algo preocupado
consiguiendo apenas rozar mis brazos a los lados de su cuerpo y se sujetó de
las sábanas de la cama, luego cerró los ojos mordiéndose el labio inferior.
Reprimí en parte mis terribles ganas de entrar de una sola vez, y con cuidado
comencé de a poco a entrar hasta llegar al punto en que mi miembro ya no
pudiera avanzar libremente. Entonces me apegué a su delgada contextura,
alzándolo un poco y tomando una mejor posición, acomodé sus brazos en mi cuello
acariciando sus muslos. Y lo besé tiernamente con algo de angustia por el dolor
que le estaba causando.
- ¿Estás bien? - Susurré en su oído haciendo
un camino de besos hasta la base de su cuello.
- Cállate y sigue, voy a matarte después... -
Se abrazó a mí sonriendo levemente, su cabeza descansaba en mi hombro
izquierdo.
- Muérdeme si quieres, castígame por esto...
- Dije con seriedad besando todavía su cuello.
- Baka... - Contestó besando mi hombro.
Traté de ser delicado al principio, el
movimiento de mis caderas nos sumía en un compás sereno que pronto se tornaba
más intenso. Sus labios me exigían más besos mientras que sus uñas se clavaban
en mi piel cada vez que me unía a su cuerpo.
Mi cuerpo comenzó a pedir más contacto, y
obedecí a mis instintos añadiendo más fuerza a las embestidas, su delgadez me
angustiaba, pero al mismo tiempo necesitaba hacerlo más rápido para satisfacer
mi necesidad y sin esperar un frenético vaivén dominó nuestros cuerpos.
Los gritos inundaron la habitación, con tanto
placer en nuestros cuerpos una ola de delirio invadió nuestro ser. Sentí a lo
lejos una ligera mordida en mi hombro, mientras los gemidos y nuestros nombres
recorrían cada espacio de la habitación, la inmensa excitación me obligaba a
continuar complaciéndonos. La menuda figura de mi amante comenzaba a descubrir
las señales del orgasmo mediante pequeñas convulsiones en su estómago y todo su
cuerpo.
Una a una las gotas de sudor rodaban por
nuestra piel desnuda, besé su rostro contemplando su belleza, bajo la luz que
atravesaba la ventana. Sus ojos se clavaron en los míos mientras lentamente
sucumbía ante el orgasmo, sentí la tibieza de su esencia impregnarse en mi
vientre y su cabeza se echaba hacia atrás tensándose para terminar gritando mi
nombre a la vez que sus brazos se aferraban con insistencia en mi espalda.
En seguida mi cuerpo respondió colmando su
interior con mi esencia, un grito ahogado fue emitido desde el fondo de mi
garganta cerca de su oído para que pudiera escucharme. Tensándome para después
caer completamente agotado sobre su cuerpo. Ambos respirábamos agitadamente
tratando de calmar nuestros latidos. Me retiré amablemente de su interior
recibiendo un golpe en uno de mis brazos como protesta.
Pasaron varios minutos antes de que me decidiera
a acomodarlo junto a mí para dormir, y quizás decir algo.
- Increíble Yuki... eso fue... - Dije
tratando de articular algún halago.
- Ken... no sé si esto ha sido correcto...
yo... -
- ¡Eres genial en la cama! Ya sabía que mi
elección había sido por instinto. Bueno para ti y para mí... - Dije complacido
tras recordar todo lo que habíamos hecho.
- Cállate... sólo... - No alcanzó a terminar
la frase.
Yukihiro se escondió en la curva de mi cuello
tapándose con las sábanas, más tarde percibí la humedad de sus lágrimas en mi
piel. Lo aferré contra mí en un abrazo cálido, él ya se había quedado dormido
en mis brazos y yo me jactaba de la facilidad para convencer a mi amigo y
compañero de trabajo a compartir conmigo el placer carnal. Después de eso yo
mismo sentí el gran cansancio y terminé acurrucado junto a mi hermoso
baterista.
Me levanté cerca de las nueve de la mañana,
escabulléndome de entre las sábanas y del abrazo que aún no se había deshecho.
Lo contemplé unos momentos antes de recoger mi ropa tirada en el suelo.
Sabía que Yukihiro se había despertado después
de que me había levantado de su cama por lo que no volteé a verlo, conteniendo
mis ganas en realidad de hacerlo, y sólo continué hasta llegar a la sala.
Terminé de vestirme colocándome la chaqueta, en ese instante él apareció en el
marco de la puerta observándome con aire inseguro envuelto en una de sus
sábanas.
- ¿Ya te vas? - Preguntó con suavidad, a
pesar de sonar seco y frío.
- Hai... hay cosas que debo solucionar... -
Mentí fingiendo seriedad, debía irme.
- Mentiroso... - Respondió él mirando hacia el
suelo con cierta molestia,
- Lo siento... no quiero lasti... - Había
comenzado a decir pero él me detuvo mirándome con esa típica expresión de
"Cállate y no hables más", que solía hacer cuando algo no le
agradaba.
- Ni siquiera lo pronuncies Kitamura... solo
vete de una vez... - Dijo manteniendo el tono suave pero a la vez cortante.
- Ja ne~ -
Me acerqué a él para besarle suavemente en
los labios, no me rechazó pero hubo cierta tensión que me molestó. Y luego lo
dejé allí cerrando la puerta detrás de mí.
Con un cigarro en la boca y una gran sonrisa
en los labios me apresuré a tomar un taxi para llegar a mi casa.
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